lunes, 8 de febrero de 2016

Pollos y gallos: Galavant

Queridas haggards, recientemente ha finalizado la segunda temporada de Galavant, una serie que ya nos conquistó en su breve pero intensa primera aparición televisiva porque es como volver a la infancia, a las pelis de Disney, a esas canciones pegadizas de los musicales de antaño, a ser niñas otra veA QUEDARNOS SIN ENAGUAS VIENDO ESTO:

Joshua "Sexy" Sasse a vuestro servicio y al de vuestros bajos, haggards
Pero vayamos por partes. La serie es gamberra, toma a su antojo todos los tópicos de los cuentos de hadas y los musicales infantiles basados en ellos y les da un toque perverso, divertido y picantón. Porque esto no es para niños ni mucho menos, sino para los que lo fuimos hace ya años y guardamos un lado infantil pero acompañado del bagaje de la madurez. Un cóctel que, vista la renovación que parecía no llegar tras la primera temporada, triunfó en las redes y exigió la continuación de este maravilloso disparate.


Pero si algo tiene Galavant es un protagonista que nos hubiera bajado los leotardos de lana al momento si los de Disney se hubieran atrevido a lanzar algo así cuando éramos tiernas pre-haggards.

¡Mami, mami, sé hacer magia! ¡Mis leotardos han desaparecido!
Ya en su momento, el malo maloso de Gastón enseñando pechote lleno de pelos fue todo un guiño a una generación que aún veía pelis de dibujos, pero quería más cachondeo y menos meñeísmo. Y Galavant es la culminación a nuestras plegarias por todas estas razones:

-Canta de miedo. Confesad, queridas, a todas se os incendiaron las braguitas que os regalaron en la Primera Comunión cuando Felipe le canta a Aurora en La Bella Durmiente. Vale, el príncipe de Blancanieves también canta, pero es el tío más moñas que pisa la Tierra, mientras que Felipe es un chuleras. Galavant se inspira en este último y nos chifla. 


-Es una máquina en la cama. Así lo manifiesta Madalena, su pérfida prometida, nada más empezar la serie, en una canción que no tiene desperdicio. 

Su ojo a la virulé lo dice todo
-Lleva barba. En la primera temporada ya lucía buenos pelos en la cara, pero en la segunda ha sido ya el delirio piloso facial. 

Melo...
...fó!
-Tiene pechote. ¿Para qué se iban a andar con tonterías en una serie de diez capítulos de apenas veinte minutos de duración cada uno y sin esperanzas de renovación? El público femenino exigía ver ese cuerpazo antes de que cancelaran Galavant porque ahí había tema. Y QUÉ TEMA, SEÑORAS. Hasta a la princesa Isabella se le caen las enaguas cuando ve semejante escena usando una estupenda cámara lenta para deleite de ojos y bajos haggardianos.

Isabella también chorrea aunque no lo veamos
-Tiene su "momento haggard". A propósito del pechote, en la segunda temporada no han tardado en volver a mostrar el arma secreta de Galavant en un delirante número musical  ambientado (valga el término) en un bar sospechosamente lleno de hombres. La canción corre a cargo de una gran haggard de nuestro tiempo: Kylie Minogue. Y es que, encima, la señora tiene tan buen gusto que es ni más ni menos que la mujer que le ha echado el lazo en la (perra) vida real a este pollo de pelo en pecho y en boa (algo que sólo nos queda deducir viendo esa flecha que se pierde en la cinturilla del pantalónñadkjfañlsdgñalskdjfasf).

Ay, esos pelos a ras de cinturónñadsjkfñalsdjkfs
Kylie catando el producto por delante...
...y por detrás
Así es Galavant, una serie que no os podéis perder si queréis pasar un rato divertido y, encima, ver a este pedazo de maromo. 
Así nos dejan hasta la tercera temporada (si la hay)
Y hasta aquí nuestro homenaje a este pollo medieval. PUES NO. Vamos a reivindicar brevemente con un BONUS a un personaje que nos ha conquistado definitivamente en la segunda temporada, un gallo con espolones tierno y adorable: el rey Richard, interpretado magistralmente por Timothy Omundson.



Al principio cae gordo porque rapta a la amada de Galavant para casarse con ella, pero resulta que ella es una mala pécora y él un inocentón que ni siquiera se ha estrenado con la boa. 



Los avatares de la serie harán que tenga que demostrar que es rey porque lo merece y en la segunda temporada ha robado el protagonismo al mismísimo Galavant con sus meteduras de pata, su adorabilidad con el dragón Tad Cooper y su pelazo, ¡que menudo melenón gasta!



Y ahora sí que llega el fin de este post. Sed buenas haggards y haced como Kylie: agarrad dos estupendas rebanadas de pan y ¡al rico sandwichito!




DAME AMOR Y COMPÁRTEME, QUERIDA
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