Aquí vengo, haggards, con la manicura recién hecha, es decir, con las uñas bien afiladas, para tratar un tema al que llevo dándole tantas vueltas que el cardado no se me mantiene en su sitio. Y eso no puede ser, queridas.
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Preparando mi cara favorita: la de poner verde a todo quisque |
A cuento de las maravillosas reviews de Poldark que fue publicando nuestra Kim y del regreso de la infame serie Anne with an "E", se me ha venido a la mente un asunto que puede traer boa cola: ¿Son necesarias las nuevas versiones de todo? ¿Debe tener cada generación su "versión" de los clásicos? Sólo hay que darse una vuelta por la BBC para ver la de veces que han hecho miniseries de las novelas de Jane Austen o la de películas y series que hay sobre Jane Eyre, la última con Fassbender y ni por él se salva tal coñazo de producción, que ya tiene delito con semejante material.
No me voy a liar aquí a hablar de todas y cada una de las adaptaciones que hay de muchos libros que conocemos, porque no las he visto y esto se haría insufrible. Por eso voy a referirme de soslayo a algunas y me centraré en las citadas Poldark y la nueva adaptación (más bien inspiración) de Anne of Green Gables perpetrada por Netflix.
De entrada diré que no me parece mal que se hagan nuevas adaptaciones de clásicos, pero ya está bien de tantas Mujercitas (sí, ya han hecho otra en la que se nos muestra cómo orinan y también los pelos que tienen en los sobacos, dejo la prueba 👇) o Jane Eyre.
Señores productores: asómense a nuestro blog de reseñas de romántica y descubrirán muchas historias originales que llevar a la pantalla con éxito seguro (#FloresEnLaTormentaMiniserieYa). Palabra de haggard. Por otra parte, no podría concebir que se hiciera de nuevo Lo que el viento se llevó (Scarlett no cuenta, porque eso era la secuela) o Casablanca (ésta tuvo una precuela televisiva). Aunque tampoco concebía otro Ben-Hur y tuvieron los santos cataplines de meternos ese truño insufrible donde Esther vestía de catálogo de Zara y Cristo se dedicaba a debatir con el prota. Mis ojos sangrando, claro.
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Camisola: 25 €; pantalón capri: 35€; manoletinas: 20€ (maromo y caballo no includidos) |
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Quinto Arrio flipándolo |
La verdad es que uno se asoma a las adaptaciones setenteras y ochentenas de la BBC sobre Jane Austen y son para salir corriendo por el maromaje o, más bien, por la escasez de éste. Pero una vez conseguida la excelencia máxima, es decir, a Colin Firth con la camisa mojada y los pelos revueltos, dejémonos de supuesto "realismo" con la versión protagonizada por la inefable Keira Knighley, si por realismo entendemos pelos chorretosos, vestidos color de chochomono y tener que verle los testículos a un cerdo que pasea los ídem dentro de la casa, donde más mugre no cabe. No y mil veces NO.
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Para huevos, los del director |
En cuanto a la última adaptación de Jane Eyre, no aporta nada nuevo con respecto a la estupenda miniserie protagonizada por Toby Stephens. Es más, a veces copia literalmente los planos. ¿Cómo intenta ser original? Pues empezando a mitad de novela y contarlo todo con flashbacks. Váyase usté al guano, hombre. Nos quedamos con la de la BBC mil veces, ande va a parar.
Vayamos con Poldark. Sí, queridas, reconozcamos que Aidan Turner es un pedazo de maromo con pechote peludo y pinta de gitanaco, y su Ross nos tiene desenaguadas por ese físico espectacular modelado a base de guadaña y pico de minero.
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Vemos "Poldark" por la historia |
Pero esta haggard, que es una profesional, se ha echado al cuerpo la versión antigua de la serie y tiene que decir que no le extraña que las féminas de los ochenta en España estuvieran con el abanico en la mano viendo esta producción.
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"Mirad, haggards, así de abierto le dejo yo el cero al otro Poldark sólo con mi voz" |
Os puedo asegurar que no desmerece nada vista ahora. Es verdad que es más teatral en algunos aspectos (los interiores más de cartón piedra, apenas tiene música, cosa que a la nueva le sobra -mucho violín y mucho ñiñiñí, además de demasiados planos de acantilados y gente cabalgando, ya lo sabéis por las reviews-) y tiene ese regusto clásico que recuerda a otras producciones míticas como Yo, Claudio, pero posee un realismo mayor que la producción más reciente. Y sin necesidad de pelos grasientos ni cerdos enseñando sus vergüenzas, Joe Wright, a ver si te enteras. Y qué decir del protagonista, eso sí que tiene mérito. Robin Ellis no tiene un gramo de músculo, ni pechote impactante (apenas lo enseña) ni melena rizada al viento. Ni falta que le hace.
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Chúpate ésa, Ross de gimnasio |
Este actor tiene su arma secreta. Y es que si hay algo que sabe hacer en su encarnación de Ross Poldark es preñarte con la mirada cuando mira de soslayo.
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Mirada preñadora-corderil |
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Mirada preñadora-guarrindonga-tevoyameterdetómenosmiedo |
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Mirada preñadora 3 en 1: te miro, te preño y fumo |
Por Mae West, nuestra haggard suprema, es un pedazo de señor que quita el sentío. Conozco a varias que vieron esta serie cuando eran tiernas prehaggards y me han confesado que andaban como locas con el protagonista. Que vale que Aidan es un soplo de aire fresco que levanta las enaguas, pero Robin juega en otra liga. ¿Qué lo hace el Poldark perfecto además de lo ya dicho? Es alto, rezuma orgullo y, lo más importante, tiene un vozarrón que te deja tonta. Y también le da palos en el culo a Demelza y tiene su punto ñadkjfañsldjfgñasdjkfñaskdjf. Definitivamente es una gran serie, a pesar de que los capítulos finales metan un poco el acelerador. Ah, y Demelza no tiene cara de haber desayunado vinagre, cosa que se agradece, coñio, que la de ahora está siempre rechinando los dientes.
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¿A que te meto una yoya, Cassie? |
En lo referente a la nueva versión, poco puedo añadir a las reviews de Kim y su indignación. Viendo la tercera temporada, el cabreo de ambas llegó a límites insospechados. Y no comentemos la cuarta, porque ya se nos hincha la vena del cuello. Desde aquí os recomendamos encarecidamente que leáis las novelas, porque lo que están haciendo con el personaje de Ross es un atropello. Me río yo de las quejas sobre Outlander con el color de los ojos de Brianna y el largo de los vestidos de Claire. ¡Lo de Poldark sí que tiene delito! Muchas haggards nos hacen llegar su odio hacia el protagonista y nos fastidia un montón. Además, los guionistas se creen que los espectadores somos tontos y lo hacen todo tan evidente que es un insulto. Aprovecho para pedir que traduzcan los libros que quedan, hombre ya. De momento están reeditando los primeros, que ya es algo.
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¡Salid corriendo a por "Ross Poldark" YA! |
Ahora le toca a Anne, muajajajaaa. Preparad vuestros mejores cuchillos, porque os van a entrar ganas de despellejar a alguien cuando leáis lo que tengo que decir. Netflix la promociona como una Anne con "E" que vuelve con más agallas que nunca (y ya tenemos la segunda temporada aquí, a ver qué han inventado). Traduzco lo de "agallas": mala educación. Menuda cagada de serie. Vale que la que todas disfrutamos y con la que nos enamoramos de Gilbert no es lo más fiel que te echas a la cara (la tercera parte mejor olvidarla), pero tanto la primera parte como la secuela son fieles al espíritu del personaje. Ahora, el realismo al que tanto tememos, strikes back. Esto no es Ana de las Tejas Verdes, es Ana la de la Patada en la Boca, la de la Guantá a Mano Abierta, la de Por 13 Razones, porque todo le pasa a ella. Y, para rematar la faena, titulan cada capítulo con una cita de Jane Eyre, además de alusiones a esta novela ad nauseam. ¿Pero de qué coño van? Dejadme que me explaye, porque es que esta serie no tiene desperdicio.
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Anne, no te reconoce ni la madre que te parió |
Para empezar, la actriz protagonista es insoportable, sobre todo cuando pone la voz así como cavernosa y muy grave en las escenas en las que se enfada. Y se enfada mucho, hasta con el bueno de Matthew. Y es una drama queen de manual.
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Poco te pasa para lo que mereces, pava |
Nada que reprochar al resto del elenco: la culpa de todo es de los guionistas iluminados que se han inventado una historia que nada tiene que ver con el personaje original. En cuanto a Anne, no paramos de ver flashbacks en el orfanato, donde las demás niñas la maltrataban y tiene mucho trauma. Tanto que llega a hablar con su reflejo en uno de los momentos más creepys de toda la serie. Pretenderán ser tiernos y queda como el puto culo. ¿Queréis más disparates? Anne les cuenta a sus amigas cosas de sexo con metáforas (ni ella sabe lo que dice porque habla de oídas, vale, pero ¿qué necesidad hay?) y también tenemos un capítulo donde a Anne le viene la regla.
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No, con algo peor: TÚ |
A ver, que a mí plin que se hable de eso, que es algo normal en nuestra vida, pero esta serie no es el foro, digo yo. Si por algo se caracteriza Ana de las Tejas Verdes es por ser de un enagüismo blanco y amable, rozando esa ranciedad de la que soy tan fan. También nos meten mucho feminismo innecesario y mucho drama, demasiado drama. Un apunte para que veáis el nivel: Matthew está a punto de suicidarse. ¿Cómo se os queda el cuerpo? Yo tuve que tomarme tres martinis a palo seco para superar eso.
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Ni he masticado la oliva |
Os estaréis preguntando dónde está Gilbert. Eso mismo me decía yo cuando ya llevábamos dos capítulos y ni rastro. Cuando por fin aparece, buah, es un crío muy mono, pero no llega aún a pollo.
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Dentro de veinte años si eso |
De nuevo, el intento de darle realismo: ella, más fea que pegarle a un padre (no le veo el arreglo por ningún lado ni a ella ni a esa dentadura); él, un zagal a medio cocer. Auguro muchas temporadas hasta que a todos les salgan pelos en los sobacos (que se lleva mucho ahora, ya lo habéis visto) y no sea ilegal que se metan mano. Por otra parte, la relación entre ellos es de lo más rara. Lo de que la llame "zanahoria" lo metieron de una manera que no pegaba ni con cola, cuando ya se habían conocido y él la miraba con cara de lelo. No se entiende nada ese comportamiento. Por supuesto, en la vida de Gilbert tampoco falta el drama: su padre está muy enfermo y sólo le tiene a él para cuidarlo. ¡Y se queda huérfano y se embarca como carbonero en un buque! Lo único que tiene bueno es que le suelta a Anne un buen corte por ser peor que Hannah Baker.
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¡Olé tús huevos morenos! |
En fin, que estoy un poco hasta el kiwi de moderneces de este tipo, de versiones llenas de roña para ser realistas (ojo cuidao, que La Catedral del Mar es otra que se las trae en este sentido. Viva la Edad Media y su gente hasta arriba de mierda porque era "lo normal", sí señor) y, sobre todo, de adaptaciones de lo mismo una vez y otra, y otra y otra... La última de la que me he enterado: Les Miserables. Una novela que jamás han llevado a la pantalla grande, pequeña, teatros (ironía modo ON)... Pa mear y no echar gota. Haggards queridas: ¿Llegaremos a ver la versión año 2054 de Outlander? ¡Dior nos libre!
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Otra versión de Orgullo y Prejuicio no, por favor |
Y ahora me voy a poner seria, porque otro asunto que he tocado hablando de Anne me preocupa. El problema para mí no es que haya series de época que muestren cosas que nunca antes se han visto: la homosexualidad (no os perdáis para esto Fingersmith, maravillosa adaptación de la novela homónima que trata del lesbianismo), las relaciones interraciales, la vida cotidiana... es algo necesario y a reivindicar. El problema es que para todo eso no hagan una serie original y nueva y abusen de personajes que ya son clásicos con la idea de atraer al público por ser conocidos. No me parece lícito cambiar la esencia de algo para "modernizarlo" y meter con calzador temas y asuntos que no vienen al caso. Es parecido a lo que está ocurriendo con la nueva censura en obras como Tom Sawyer, en donde Tom ya no fuma ni suelta barbaridades. ¿No son los comportamientos, los prejuicios, los modos hablar y pensar de los personajes, reflejo de un época? ¿Vamos a hacer todo lo anterior políticamente correcto y borrar o añadir lo que conviene o lo que no? ¿Qué opináis vosotras, haggards?
PD: estoy viendo el primero de la nueva temporada y a Marilla le pica el xixi con un huésped jovencito que tiene en casa. El problema no es la diferencia de edad, faltaría más, sino que es MARILLA CUTHBERT, coño. Están destrozando nuestras infancias.