miércoles, 21 de junio de 2017

Fifty Shades Darker. An anti-fungirling review [Spoilers]

¿Qué hay, haggards? ¿A que ya no esperabais mi review de esta película? Si os soy sincera, ni yo creía que fuera a hacerla. Esta vez no ha durado tanto en los cines la fiebre greyana, de forma que la he terminado viendo desde la comodidad de mi chaise-longe y mi pedazo de pantalla de plasma. Que un bodrio como éste no merece tanto despliegue, pero una es profesional y las cosas las hace bien. ¡Todo sea por vosotras!


Esto sólo lo puedo hacer beoda

Como os decía, he estado esperando a que me llegaran las ganas de ver la secuela de 50 sombras de Grey. Parece mentira que haga ya dos años de la otra y que nos dé la sensación de que Outlander lleva mil años sin emitirse. Lo que comentaba en otro post se repite. El caso es que mi Dex Dexter estaba de viaje de negocios y se me ocurrió, por fin, ponerme a ver esto. Alguna dirá que cómo se me ocurre ponerme con una película guarra estando sola. Precisamente por eso: porque sabía yo que me iba a excitar lo mismo que una de Lina Morgan. Sin más dilación, paso al destripe de la moñada suprema. ¡Agarraos los cardados, que vengo armada y peligrosa!




Previously habíamos dejado a Anastasia yéndose del ático de Grey tras catar el helado de fabada. Sin bolitas de anís a mano para los gases que vienen después, Ana se cabrea y le dice que se quede con sus gustos siniestros, que ella se larga. Christian llora y blablablá. ¿Os acordáis, no? Pues bien, porque yo, a partir de aquí, ya no recuerdo una merde lo que pasa en las siguientes novelas, así que ni idea de si adaptan mejor, peor o regular. Como si importara algo...

Ahora se abre el telón y vemos a un niñito escondiéndose, mientras se oye a un tío mala folla pegar e insultar a una mujer. Entonces el malo, que fuma (como todos los malos ahora), encuentra al niño y...


¿Quién será el infante maltratado? ¿Aún no lo sabéis? Pues claro: es Christian, porque los traumas que arrastra este señor lo han hecho ser como es (pfffff). Qué original todo y tal. Tras la intro moñas con una rosa blanca (igualico que la de La edad de la inocencia, sí), sigue la música y la canción coñazo-melancólica. Entonces aparece Ana, esta vez un poco más arreglada que al comienzo de la anterior entrega (algo se le ha quedado de alternar con gente rica), recibiendo un ramo de flores de parte de Grey por su nuevo trabajo. O sea, que lo deja y el tío sigue detrás. A mí eso me daría miedo, vistos los antecedentes.



¿Y a qué puede dedicarse una tía que ha estudiado literatura inglesa? ¿A opositar para ser profe de secundaria? No, no. Trabaja en el mundo editorial. Como aquí, sí. A través de varias escenas diferentes, se nos muestra su rutina y el lugar donde curra. Y entonces conocemos a su jefe, un chulazo con las orejas grandes al que se le nota a la legua que le gusta Ana porque la mira con cara de guarro y le trae té. 

Quien dice té dice un revolcón que TE daría

Vuelve a su casa, que es solitaria y triste (qué penaNO). Menos mal que al llegar tiene un mensaje de su amiga, la de la cara de caniche, que está de puta madre con el hermanastro de Christian, bronceándose en una soleada playa caribeña mientras que Ana se jode currando en la lluviosa Seattle. Amigas así no hacen falta en la vida, la verdad.

¿Por qué no te vas un poco a la mierda, guapa?

Seguimos con la interesante vida diaria de Ana (me abuuuuuurroo): dibuja pichas en libretas, viaja en autobús... En un trayecto vemos a una zombi zarrapastrosa con cara de pocos amigos que está sentada detrás de Ana. ¿Quién será? ¿Una fan de la novela que odia la primera película? En ese caso, le faltaría la motosierra. 

¡Espera, que te voy a ayudar con el montaje!

Por fin termina la cancioncita de la intro y las letras dejan de salir y fastidiarme las capturas. Ana está terminando su jornada y el jefe chulazo, tras hacerle un escáner con su mirada con rayos X, le dice que qué guapa va, que si tiene plan esa noche, y le sigue haciendo un repaso mientras ella sale de la oficina que ríete tú de las ecografías en 4D.


Anda, disimula, que se te nota un puñao...

Resulta que José, el amigo fotógrafo, latino y calentorro, ha montado una exposición, ya que no puede montarla a ella jajajaNO. Pero eso no impide que use su imagen en seis pedazos de retratos, cosa que ¿cabrea? a Ana. Y lo pongo en interrogantes porque no sabemos si le da vergüenza, gustirrinín o qué. Qué acelga de mujer, en serio.


Llega una señora con pinta de bibliotecaria de las de antes y le dice a José que un señor ha comprado todos los retratos de Ana. Ella se queda pensando en quién será. Qué misterio digno de Sherlock Holmes.


Espero que no haya sido un loco. OH, WAIT

Entonces se gira y aparece... ¡Bocaseta man! Y viene con barbita y sin chaqueta. Bueno, no todo iba a ser malo. Ana se muerde el labio y él pone cara de querer agarrarla y darle una buena tunda.

El dios interior de Grey en ese momento

Ahora viene un diálogo de traca. 

Ponle un burka si te parece

Insiste en ir a cenar juntos. Durante la cita, él le comenta que quiere volver y ella que no, que eso de que se excite dándole pal pelo como que no es su rollo. El otro que si está trabajando en ello (¿ein?) y Ana venga pincharle para que le cuente todo. Está bien eso de haber follado p'atrás y p'alante y no saber nada del sujeto. Allá que parece que Christian va a soltar el rollo del siglo.


Pero de eso nada.


Aaaaah, eso lo explica todo

EJEM... Aquí sabemos que el único Jamie que te dice cosas durmiendo y hace que tus bragas salgan volando es JAMIE FRASER. 



Está claro que aquí hay un problema de comunicación, que este chaval no se enteró de cuando en Lengua te explican lo del emisor y el receptor. Pero a lo que ha venido el Grey es a negociar con Ana los términos de su relación, que se quedó aquello que no se sabía qué era, si sumisa, tontalpijo o pichote. Deciden que sea una relación vainilla, es decir, postura del misionero los sábados por la noche. ESO NO SE LO CREE NI ELLA. 


Espera, que me meo encima con tus chistes

Christian acompaña a casa a Ana y, para no perder la costumbre, le da móvil, portátil y coche. Todo el pack. Antes de marcharse, se pegan un morreo que nos deja con ganas de más.



De vuelta a la oficina, llega una señora estupenda que es la jefaza de todos y se le ve que le mola el jefe con mirada de guarro, porque menuda cara que pone cuando él invita a Anastasia a tomar un copazo. Ella rehúsa porque ya tiene planes, claro, pero el cochino le dice que se traiga también a su plan. Se masca la tragedia.


¿Tiene o no tiene ojos de sátiro?

Al salir a la calle se tropieza con una zombi, la misma que vimos en el autobús. Menos mal que aparece el guarro y la salva. Con la excusa, no pierde el viaje para sobar un poco a Ana. Es el típico capullo que te toca sin venir a cuento. Asco.


La diosa que llevo dentro ahora mismo

Una vez en el bar, están sospechosamente solos. Aquí hay gato encerrado. Pero llega el Grey, ve a su Ana y al sátiro con las orejas como tomates hablando, y se le pone cara de ataque de cuernos. Pelea de boas is coming. El jefe guarro se queda con las ganas y las reprime masticando regaliz. 




A Ana no le hace gracia la actitud de su novio ante el otro, pero ya sabemos que al Grey se la suda porque...


Avisada estás

Para calmarle los bajos ánimos, se lo lleva de compras a un supermercado. Allí él le dice que la última vez que estuvo de compras fue hace una semana en Houston ¿Y qué compró? ¿Un látigo nuevo? ¿Un antifaz con pinchos?



¿Se puede ser más fantasma que este tío? En fin. Anita sigue tocándole los cojones a Christian echando al carrito de la compra un bote de helado de vainilla, jajajaNO.


Golosa...

En casa, el tonteo de ella sigue mientras preparan la cena en plan roce de brazo y de paquete. Suponemos que él está con la boa a punto de estallar.



En mitad del flirteo, Grey termina confesando que va a comprar la editorial en la que Ana trabaja, no vaya a ser que la chica tenga vida independiente de su puto dominio o algo, qué tío más creepy. Supongo que la sala a estas alturas estaba pidiendo a gritos que hubiera trocotró ya, así que se dan al fornicio sin cenar ni nada. Hagamos un análisis:

No me toques, coño:



Pfffffffff:



Bajabragas Grey (sin braga-faja):



Me vas a comer tó lo negro (premio para Anita):



No me bajo el pantalón ni para follar (él no está demasiado vestido NUNCA):



Tras el meneo viene un bonito momento de sábanas revueltas y lío de piernas en la que ella confiesa que buscaba a Darcy o a Rochester y que, oh fortuna, lo encontró a él. Momento en el que las haggards lectoras se sienten tal que así:


¡¡¡Cagontóóóóóóóóóóó!!!

Como a él no le van las moñadas, se baja otra vez al pilón, cosa que Ana considera sexo raro. Me descojono mucho, en serio. Encima Grey pregunta si Austen estaría de acuerdo con que le comiera el xixi. La escritora revolviéndose en su tumba. El caso es que el polvete no deja de ser una escena de chechiflín de manual. Después de no se sabe cuántos retoces y comeduras de bajos (porque no se nos muestran, alabado sea el Señor), están ahí durmiendo cuando se aparece la zombi, que hace chas y la tienes en tu casa sin hacer ruido ni nada. Ana la ve y no la ve. La otra debe tener poderes de teletransporte, como la Elizabeth de Poldark


¡A mí no me compares con esa zarrapastrosa, que yo me lavo los sobacos!

A la mañana siguiente viene una de las escenas-fantasmada de Grey: Ana quiere devolverle 24.000 dólares que le prestó no me acuerdo para qué y él responde que...


¡No dejéis ni los pelos de la barba!

Muy digna, Ana rompe el cheque, el otro llama a la secretaria para que, atentas, haga una transferencia a la cuenta de ella, PORQUE CONOCE SU NÚMERO. Dejo una captura del culo del payo, que esto es casi como ver un escocés abstemio: imposible.



Y la tía no huye, sino que le paga el desayuno al petardo éste. Soy yo y le exijo que me dé caviar y champán para empezar el día. Grey le comenta que sus papás van a dar un baile de ricos para recaudar dinero para los pobres y limpiar sus conciencias, como hacen en Mónaco y tal. 


Esta frase confirma que Grey es un FANTASMA

En plena discusión sobre tan interesante tema, Ana vislumbra a la zombi en la calle y le comenta a Christian su encuentro con la tipa. La cara de sospecha de él es de Oscar. 


La lleva a Lourdes salón de belleza con un nombre muy sutil: ESCLAVA (Señor, llévame pronto). Mientras Ana se queda fuera, él está dando instrucciones de que le quiten el flequillo. En esto aparece una de las figuras del Museo de Cera de Madrid que dicen que es Kim Basinger interpretando a la "señora Robinson", Elena Lincoln. Desde aquí reivindico a Sharon Stone como perfecta para el papel, y no esta momia recauchutada, coño.


Rafa Nadal approves it

Cuando Ana la ve, se indigna mucho y le espeta al Grey en la cara que ella por ahí no pasa, que no quiere que le dejen la cara como a la Duquesa de Alba. Como él lo soluciona todo a base de billetes y órdenes, decide que se hará en casa: vestuario, peluquería y maquillaje. No se fía de la pobre chica, ARG.




Luego le explica quién es la zombi: Leila, una sumisa que tuvo y que se le ha ido la pinza después de ver la adaptación de la primera novela de que acabara su relación. Christian tiene todo un dossier sobre ella y, por supuesto, sobre Ana. Y ella sigue sin huir de allí. Pero, ojo, le pone las cosas claras. ¡Anita se ha hecho mayor! Nada de posesión, ella quiere estar con él y ya (arrrrggg), pero no entiende que no deje que le toque el pechote. Por eso el Grey agarra el Rouge Chanel a 30 € la barra y lo espachurra contra su pectoral, marcando los límites del territorio prohibido. Menos mal que sí la deja apoyar cándidamente su cara cuando terminan de darle al tema, todo muy lógico, sí señor. 



Después de esta bonita escena, se supone que follan, pero no lo vemos. Es entonces cuando viene "Rupert, te necesito", el peluquero, a hacer el milagro con el pelo de Ana. Y luego ella se pasea por toda una exposición de modelitos carísimos y ropa interior de La Perla, y decide ponerse toa sexy y toa porno para Christian.



Él se acerca peligrosamente y le enseña una cosa que ella piensa que son unos pendientes capaces de arrancar las orejas de lo grandes. Pero no, son unas bolas chinas. Por supuesto, Ana no tiene ni puta idea de que eso no se mete como un supositorio, sino que es para el xixi. En una bonita escena, vemos cómo Grey se las pone. 



Por fin llegan al casoplón de los padres de Christian, donde se celebra un baile de máscaras. La madre del Grey le dice que qué bien que estén juntos y blablablá. Ana, por su parte, va que no puede con esas dos bolazas metidas ahí.



Él encantado, porque ella se está poniendo cachonda en plena cena con el rebote de las dichosas bolas. Pero antes toca una subasta benéfica y Ana pica a Christian comprando con los 24.000 dólares que él le dio. Ahora el que está cachondo es él, claro.



Y, efectivamente, se van a que él le de unos azotes de lo más falsos en el culo. Porque, señoras y señores, cuando una madre española sacude, la carne rebota que da gusto y eso aquí no pasa. Cómo se nota que el Grey se crió sin una mamá de verdad.


Esto es lo que hace el Grey
Y esto es lo que quiere Ana (Jamie Fraser incluido) 

Le saca las bolas chinas (menos mal) y la empotra sin bajarse los pantalones para variar, exigiéndole que se corra por él, como cuando se le dice a un crío que se coma una cucharada de papilla por papá. Vete a la mierda.



Tras el polvete, vuelven a la fiesta, mientras un desconocido con antifaz echa una foto a otra foto de la familia Grey al completo. Qué intriga, pffffff... Ana, que no se ha despeinado después del revolcón, va al tocador a ponerse pintalabios y allí se encuentra con la momia de la señora Robinson que le explica que Ana no es el tipo de Christian y que se va a comer los mocos cuando él se harte. A Anita eso le resbala y se va muy digna de allí tras mandar a donde picó el pavo a la otra, porque ella lo vale. 



De vuelta a casa, se encuentran el coche de Ana como cuando un profesor suspende al macarra de la clase: siniestro total.



En vistas de que la zombi está rabiosa, Christian se la lleva a un lugar seguro: su yate. Pffff y requetepffffffff. Si en la primera tuvimos vuelo sin motor, ahora toca sesión de barquito. 


No caerá esa breva

Para aderezar un poco el tema, tenemos un amago de polvete en la ducha. Cómo se nota que el Rouge de Chanel es waterproof, porque el Grey aún luce el dibujito. O eso, o el guarro no se ha duchado en días, así que Ana se pone a rascar con una esponja y, de paso, nos saca el tema de las quemaduras en el pechote. Lloramos de penaNO.


Espera, que lloro mucho

Por la mañana nos enteramos de que la madre biológica de Christian se murió de un chute y la doctora Grey se hizo cargo de él. Po' fale. Luego nos meten un videoclip de ellos manejando el barco. 



De vuelta al trabajo, el jefe guarro de Ana le dice que tiene que ir con él a una feria de libros de Nueva York. Ya podéis imaginar el marrón que se le viene a la pobre encima cuando se lo dice al Grey vía Whatsapp. Por la tarde va a su casa y la señora Danvers de turno le pega un susto a Ana que casi se le da un infarto. Se pone a chafardear por el ático hasta que llega a al Cuarto Rojo, aka la Heladería Siniestra y Christian la sorprende, para alegría de su 🐍


Así está el dios interior de Grey rait nau

Ya sabemos que Anita es como los críos y vuelve a las andadas: se mete a catar helados de cocido madrileño sin anestesia y no veáis cómo puede sentar eso si no estás acostumbrada. Insiste en que quiere probar nuevas experiencias. Ya veremos en qué termina la cosa con la tontería.


 Correr-me

Muy bien, pues vas a recibir tu merecido, piensa él. ¿Habrá una buena tunda de palos que hagan rebotar los cachetes del culo?


¡Aprende de los clásicos, petardo!

Nada de eso: coge una cosa con un palo que se pone en los tobillos y que sirve para abrirte de piernas y que no puedas cerrarlas. Como si a Ana le hiciera falta, que en menos de un segundo la tenemos despatarrada sólo con que el Grey la mire.



Por un momento tememos que el tío aproveche para hacer pesas con ella, pero lo que hace es darle la vuelta y enchufarla al estilo perrete SIN BAJARSE EL PANTALÓN. Ya os he avisado de que aquí nos vamos a hartar de verle el culo a ella solamente.


Con el relajo que produce un casquete, viene el tema espinoso de lo de Nueva York. Para él ya está todo dicho (de paso, suelta que tiene un apartamento en la ciudad, no vaya a ser que pensemos que la va a dejar ir a un hotel de cinco estrellas de mierda). Para ella no. Grey se fía de que Ana sepa lidiar con el jefe sátiro, pero quiere llevarla él mismo para allá. ¿Este hombre no trabaja o qué? Ahora vemos a Anita en la editorial. Tanto decir que ella va a ir a Nueva York le guste a su novio o no y ahora le suelta al jefe cochino que mejor no va. Ya vemos lo bien que lleva  lo de que el Grey haga y deshaga en su vida (¡Me aburrooooo!) El jefe se mosquea, claro, y ahora viene el momento que se veía venir a la legua desde que este tío apareció en pantalla: acoso sexual aderezado con ver quién mea más lejos, si él o su novio, el rico que no le da boa de la buena, como él sí haría. ¿Pero de dónde sale tanto tontolpijo? Menos mal que ella ha espabilado y rechaza sutilmente sus insinuaciones guarreriles.



Evidentemente, Grey mueve sus hilos para que despidan al jefe acosador e invita a Ana a mudarse a su ático. Qué romántico (¡Me sigo aburrieeeeeeendoooooo!) Al día siguiente, la mandona de la editorial le deja el marrón de que sustituya al guarro en una reunión súper-mega-híper-importante. Supongo que es para ver si mete la pata y se quita a Ana de encima. Pero ella, aguerrida, decide que va. Y allí les dice a otros editores que dejen de publicar mierdas de novelas online y mal escritas y traduzcan al castellano los libros que quedan de Poldark (mis ganas marranas que diga eso).


Este pechote no necesita de traductores, JARL

Como esta chica nació de pie, nada más salir de la reunión le dejan el puesto del ex-jefe salido y ella piensa que es cosa del Grey. Es que es para pensarlo, coñio. En plena celebración en un restaurante con tres estrellas Michelín, Ana decide que se va a vivir al ático y como buen macaco que es Christian, no puede aguantar la excitación por la alegría y ...


Grey celebrando la bajada bragueril

Y Ana se quita las bragas, a ver qué creíais. Se montan en un ascensor lleno de gente y viene una escena de vergüenza ajena mayúscula. Seguro que adivináis qué va a pasar, porque es de manual erótico-festivo, digno de una peli de Emmanuelle. Repasemos los ingredientes: chica sin bragas, novio al que le gusta ponerla en situaciones incómodas, ascensor petado de ricachos estirados... ¡Sorpresa, le va a meter mano allí mismo!


¿También le estará mano a la señora de delante o habrá olido un cuesco?

No me equivoco si digo que para muchas fans este es uno de los mejores momentos de la película. Sin embargo, para mí...



Nos ahorran el trocotró al llegar al ático (porque Grey le ha ordenado a Ana que no se le ocurra correrse en el ascensor, me quiero morir). A la mañana siguiente está ella ya en el despacho del jefe crápula y viene un homenaje a Armas de mujer que a Kim le dejó el cardado más liso que la delantera de Keira Knightley del cabreo que agarró.

La diosa interior de Kim diciendo lo que opina de esto

Ella es una jefa guay, no como el otro. Luego van a su piso a recoger el cepillo de dientes y el champú anticaspa, pero Christian recibe una llamada y sube Ana sola. ¿No sospecháis a quién se va a encontrar allí? ¡IntrigaNEIN!



La zombi lleva un arma (otra sorpresa, ¿eh?), pero como Ana vale para todo, ahora se mete a negociadora y está ahí en plan psicólogo y tal, mientras mi diosa interior gritaba: "¡Dispara, coño, dispara! ¡Y luego al director de este truño!" Nadie viene a sacarme de mi sufrimiento, sólo Grey, que parece una mezcla de Magneto y César Millán con Leila.



La zombi se deja acariciar el pelo cual perra y Ana sale de allí espantada, dejando a Grey preocupado y a punto de despedir al inútil de su mano derecha, Taylor, porque no sabe dónde está su amada. Finalmente ella llega al picadero, se pelean mucho y él se pone de rodillas como un sumiso y yo ya tengo un dolor de cabeza tan grande como el cacao mental de Christian. 



En resumen: que él sólo castiga a mujeres que se parecen a su mamá. Menudo piropo le está echando a Ana: le gusta darle porque tiene pinta de drogadicta enganchada al crack y a punto de palmarla por sobredosis. Y, por otra parte, se quiere acostar con chicas que son el vivo retrato de su madre. Muero del HAMOR, os lo juro. 


Norman Bates agrees

Vienen muchos lloros y al final él le deja que le sobe el pechote como muestra de que está cambiando por ella (matadme ya, os lo ruego). Ana se calienta como una moto y se supone que follan normal, porque no nos muestran nada. Eso sí, que no falte plano post-coital de ella en tetas.



Christian tiene una pesadilla con su infancia (Padre, aparta de mí este cáliz), Ana lo despierta y le pide que se case con él, como es lógico tras soñar que te queman el pecho con cigarrillos. Al día siguiente él está con su rutina de ejercicios, que incluye gimnasia artística, todo muy creíble, y se confirma que se van a casar. El chorreo en las salas de cine debía ser al nivel del Diluvio Universal. 



Mientras está en el trabajo, Ana recibe la llamada de su cuñada diciéndole que es el cumple de Christian y que van a montarle un fiestorro, cosa que él odia. Qué tío más vinagre. Ella le da un detallito que no puede abrir hasta el día de la celebración. Me muero de ganas de saber qué esNO. Pero antes de la fiesta Grey tiene que ir a Portland con su secretaria. Qué bonito todo: no la deja ir con su jefe a NY pero él si puede viajar con quién le sale de la boa. Hago una pausa para dejar aquí lo que pienso del tema 👇



De vuelta de Portland, el Charlie Tango (helicóptero que pilota Grey, pffffff) desaparece en pleno vuelo. Aplaudo con las orejas y pienso que ya se acabó mi tortura por fin. 


Mi gozo en un pozo. ¡¡¡El rollo sigue!!! Ana está muy feliz de copichuelas con su amiga la caniche, el hermano de Christian y José, el latino calentorro, cuando avisan de lo del helicóptero. Esto tiene la intriga de un episodio de Grantchester, pero sin curita palote. 


¿Pero qué mierda de novela es ésta, haggards?

Toda la familia y amigos se reúnen en torno a Ana a la espera de noticias (¿Pero esto cuándo acaba, por Dios?). La suegra le dice que está encantada con ella (espera que pasen unos años y verás que ya no lo estará tanto, guapa) y de pronto dicen en la tele que Christian y su asistente han aparecido al tiempo que él entra como si nada y extrañado de que estén todos preocupadísimos. Definitivamente este hombre es de piedra.



Cuando se van todos, ya es el cumpleaños de Grey. Ana le da su regalo: un sí a su proposición de matrimonio. Venga, ahora sí que es el final, ¿verdad?



Nada de eso, aún nos queda un polvete de esos tan originales y que nunca hemos visto en el cine o en la tele: en la ducha. Y para ducha la que necesito yo con tal de despejarme de semejante coñazo de película. Mi cabeza echando humo, haggards. Ah, no, que nos sorprende Anita con una de sus peticiones de niña mimada:



A otro sitio te mandaba yo... Bueno, sigamos, que ya queda poco para acabar con esta tortura. Os dejo un plano del culo de Christian para compensar:



¿Qué originalidad tendrá en mente el chico más retorcido de la literatura universal? ¡Introducir los geles de placer de Durex! ¡Estoy que no salgo de mi asombro, jamás se me hubiera ocurrido nada parecido! Pero antes le tapa los ojos a Ana para que no grite cuando vea el estropicio en forma de manchurrones que va a montar en las sábanas recién cambiadas. Mira que jode que te unten lo limpio, ¿eh?



El tío empieza a echarle aceite como si ella fuera una ensalada. Y venga refregones en las tetas, y ahora te la meto por un lado, y ahora te abro de piernas... Está el pobre que no sabe ya cómo ponerla, parece un principiante, coñio. Y todo para acabar con la postura del misionero, manda huevos. 


Necesito un porro para aguantar

Y ya, ahora sí, nos acercamos al último cuarto de hora de la película, centrado en el cumpleaños de Christian. Igual que pasa con Ana y los hombres, al Grey se lo quieren follar todas en la fiesta, camareras incluidas. 



Por allí también anda la señora Robinson, que le da un beso al Grey que cualquiera diría por la cara que pone que se la esté tirando, por favor. 



Christian anuncia que se va a casar con Ana y a la Robinson casi se le saltan los puntos del lifting intentando disimular el fastidio que eso le produce.



En un aparte, aborda a Ana y le dice que ella se casa por las perras y se arma una escena de pelea de gatas con copa arrojada a la cara de Elena que le corre todo el maquillaje. 



A todo esto llega el Grey y le dice a Elena lo que no quiere oír: que ella lo enseñó a enchufar pero Ana lo ha enseñado a amar. Qué mñeísmo más supremo. La que se ha coscado de la conversación ha sido la madre que, indignada, termina por arreglarle la cara a la Robinson de un guantazo. Vaya nochecita lleva la pobre.



Después de que la echen de casa, Christian lleva a Ana a la piscina cubierta la casa, que está llena de flores. El nivel de azúcar en mi sangre es estratosférico a esta alturas de la película.



Y el subidón letal me da cuando se arrodilla y le entrega el anillo de compromiso. ¡Y luego critican las películas de Disney por moñas!



Salen a ver los fuegos artificiales y parece que ya termina todo. Para nada: alguien observa el fiestorro desde la distancia... ¡El jefe guarro! Se ha pintado los ojos para parecer más malote y, además, fuma, que es algo muy de malote también. Con el cigarrillo quema la cara del Grey en la foto que echó en la casa y así se queda la cosa, con los amantes felices y dos enemigos que los odian: la Robinson y el sátiro. Vamos, que no nos libramos de otra entrega ni yo de tener que hacer la review. ¡Y FIN DE LA PELÍCULA!



CONCLUSIONES. Se nota un montón que las fans no quedaron a gusto con la primera parte de la trilogía. La directora se puso tan exquisita y tan artística con las escenas de sexo, que dejaron frías a todas. Ahora se ha dado la vuelta a la tortilla y se convierten en algo trillado y visto mil veces en chechiflíns de medianoche. Nada nuevo bajo el sol, queridas.

LO MEJOR. Anita se ha espabilado y a veces le hace la contra al Grey. Otra cosa que es bien es la barbita de Christian, que en la primera peli parecía de cera tan rasurado. El visionado de su culo se agradece, pese a ser escaso.

LO PEOR. Sigo sin ver la química, no me creo a Dakota llorando para nada, Kim Basinger imposible de mirar, ritmo aburrido, trama flojísima (pero partiendo de donde parte...).

LO MÁS BIZARRO. Que haya hecho esta review cuando ya nadie ni se acuerda de la película. Tengo los ovarios cuadrados, haggards.

Y hasta aquí la review. Como siempre, nos vemos en la siguiente (¡y última, esperemos!)


¡Ya me estoy preparando para la tercera entrega!


DAME AMOR Y COMPÁRTEME, QUERIDA
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