jueves, 28 de enero de 2016

Fungirleo vintage: "Expediente X"

Haggards del mundo, estamos que sacamos las galas de Nochevieja porque... ¡HA VUELTO EXPEDIENTE X!

Ya tengo excusa para tomarme un copazo

Ha quedado sobradamente demostrado que en nuestra infancia y adolescencia hemos sido capaces de seguir tanto series enagüiles como horteras o de ciencia ficción. Lo importante es que hubiera un gallo o un pollo (o más de uno) que nos calentara los leotardos. Repito aquí nuestro lema no oficial, "A una haggard LeCaben todos", y de ahí que nuestro bocata maromial sea tan grande: desde hace muchos años vamos sumando carne, nunca restando, que tirar comida está muy feo.

Eh, ni se te ocurra ponerle la rebanada final, que aún caben pisos

En fin, que igual que nos mola un buen corsé, una manta de patchworkun cravat o una buena hombrera, la cosa paranormal y/o extraterrestre también, algo de lo que tiene culpa el gran clásico de la televisión ochentera de dos cadenas: el doctor Jiménez del Oso. 

Sólo con verlo ya entrábamos en pánico

Podríamos decir que la vena seriéfila relacionada con lo extraño se remonta muy atrás (Chocky, Dentro del laberinto...), pero si alguna destaca tras Twin Peaks, que fue la gran bomba televisiva de la última década del siglo XX, ésa es Expediente X. 



Corrían los primeros noventa y no teníamos ni idea de la existencia de conceptos  tales como fandom, fangirl, OTP o shipping, aunque todo eso y más íbamos a experimentar sin saberlo. Empezaban a pulular las televisiones privadas y nos llenábamos de esperanza ante las nuevas posibilidades. Antena 3 era algo rancia; Canal + molaba por los vídeos musicales y su mítico porno codificado que todo Cristo negaba ver, y luego se mataban a autoguarreridas tratando de vislumbrar algo achinando los ojos; y Telecinco se vendía con sus programas festivos llenos de carne. En medio de tanta bazofia telecinquil, a algún lumbrera de allí se le ocurrió, tras él éxito de audiencia de la producción de David Lynch, una serie sobre casos raros sin resolver protagonizada por una pareja de lo más dispar. La fórmula no podía fallar, y menos si le metían la tensión sexual no resuelta que tanto nos gusta.


Esa tensión sólo triunfaría si la pareja era atractiva. No vamos aquí a glosar las pintas de Dana Scully porque ya hablan por sí solas (esos pelos...), pero Fox Mulder sigue teniendo en un revisionado el toque sexy que nos conquistó y nos tuvo pegadas a la pantalla hace tantos años.

Acabo de perder las bragas

Cada domingo, si es que Telahinco no cambiaba el día o la hora, estábamos ahí plantadas para cagarnos del miedo y jurar y perjurar que nunca más veríamos la serie porque luego no dormíamos. Pero vencía el interés por el agente del FBI macizo y trastornado. Mira que siempre nos han gustado los traumatizados, ¿eh? 

A Scully tampoco le gustas, perdona

La primera imagen de él no dejaba lugar a dudas: un listillo que le va a dar caña a la descreída de Scully con sus conspiranoias. Aquí está el origen de muchas que hoy día nos llamamos frikis. Porque Mulder, queridas, era el friki por excelencia en los 90. 


Esto sí que es digno de estudio: el único ser humano en salir añdkfjañlsdjfas en la foto del carné

El chico veía conspiraciones y sucesos paranormales con más facilidad que Íker Jiménez ve la cara de Cristo en una loncha de jamón de Jabugo.

Vale, tú ganas, Fox

Scully era una tipa escéptica que no se reía aunque la mataran, y al principio sólo quería ser la parte racional de tan extraña pareja. Mas su xixi corazón le decía a su cerebro que estaba falta de amol y otra cosa: SEXO

La diosa interior de Scully intentando salir

A lo largo de las temporadas, el tira y afloja entre Mulder y Scully iba in crescendo al mismo tiempo que nuestros ovarios llegaban a la fusión del núcleo y explotaban. Los capítulos en los que se hacía el amago de beso, arrumaco o arrime de cebolleta por parte de Mulder eran de los que más huella dejaron por razones obvias.



A pesar de la seriedad de la trama, algunos capítulos destacaron por su sentido del humor, especialmente Bad Blood, que mostraba a un Mulder celoso del sheriff buenorro del caso de turno. Desde su punto de vista, el tío no tenía nada de guapo, sino que lucía más dientes que un conejo.


"Seriously, Mulder?"

Es cierto que la cosa la liaron demasiado y llegó a perder fuelle tras los desastres que fueron las películas, pero esta serie y el personaje de Fox Mulder dejó una huella indeleble en nuestros tiernos corazones de jovenzuelas haggards. Sí, su personalidad era muy atractiva y blablabá, pero seamos sinceras: lo que nos gustaba era David Duchovny, qué coñio. Veamos algunos de sus momentos estelares.

La primera vez que aparece en pantalla
Em-pollón melofó
Comiendo... pipas
Qué vicio...
Clavando... lápices en el techo
Clávanos otra cosa, anda
Con barba
JARL
Luciendo pechote y pelos de recién follao
REQUETEJARL
Con cara de cachorrito abandonado
Nosotras te adoptamos, chato
Sacando la lengüecilla sensualmente
ñadjañsjgañskjdfañksjdfksa
Y la traca final: con el inolvidable turbo packet ROJO 

Vistos ya algunos capítulos, hemos de decir que han vuelto con fuerza, retomando el espíritu original y con unos protagonistas más maduros y más atractivos. Porque ya sabéis que la madurez, queridas haggards, termina dando espolones de gallo al pollo más pintado.



Si nunca habéis visto esta serie, toca maratón de las anteriores temporadas. O la amaréis u os convertiréis en creyentes. Porque the truth is out there...




DAME AMOR Y COMPÁRTEME, QUERIDA
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miércoles, 20 de enero de 2016

Gallos con espolones: Alan Rickman [In Memoriam]

Estimado señor Rickman,
no sabemos cómo comenzar esta carta sin expresar la desolación que nos invade por su temprana partida del mundo de los gallos con espolones. Usted, señor Rickman, ha sido nuestro amor no tan secreto durante todos estos años y, aunque valientes y desvergonzadas para mil cosas, con usted nos invadía siempre el pudor, le mirábamos y bajábamos la mirada ante la posibilidad de que alguien notara nuestra turbación. Sabemos que no es propio de nosotras actuar así pero comprenda usted, cómo no sentir pudor y vergüenza ante usted, con esa presencia discreta y que, sin embargo, eclipsaba a todos los que estuvieran a su lado

¡Cuánta tontería me decís y lo que me gusta!

Ya veremos si le hará tanta gracia cuando le digamos que éstas que le escriben no han visto ni una de sus películas de Harry Potter.


Comprenda, señor Rickman, que su apariencia aquí no es lo más tentador para nosotras (¡tanto que podríamos hablar sobre ese pelo!). Sin embargo, tenemos otros recuerdos maravillosos sobre usted. ¡Nos alegramos tanto el día en el que supimos que dejaba usted el diseño gráfico para dedicarse a la actuación! Una presencia como la suya no podía quedar eclipsada tras unos vectores. No nos llamemos a engaño, no era usted un tío guapo pero era un hombre con tanto carisma que noslofó antes que a cualquier pollo. Sepa que le teníamos echado el ojo desde que le vimos haciendo de cura en The Barchester Chronicles. Su querida Cassie no podía dejarle escapar vistiendo ese negro riguroso que invitaba al pecado más perraquil.

Ya dominaba la cara tipo Darcy

Queremos confesarle que estábamos presentes el día en el que estrenó Las amistades peligrosas en Broadway. Sí, éramos las que le mandamos el ramo de rosas con espinas, porque al fin y al cabo eso era el amor para su personaje, placer y sufrimiento. Oh, cuánto disfrutamos con su actuación. Su maravillosa voz, profunda y llena de matices, era perfecta para el personaje, así como su magnífica planta, con esa barbita (que nadie ha llevado como usted) y ese pelazo.

Todo chulería y cara de asco, el Valmont ideal

La indignación suprema nos invadió hasta el cardado cuando vimos que John Malkovich se quedaba con su papel en el cine pero usted estaba destinado a algo más grande, a ser el ejemplo de villano cinéfilo que se acabaría imitando hasta la saciedad y que, sin embargo, jamás se llegaría a igualar. Nadie como usted para ser Hans Gruber en La jungla de cristal, donde nos deleitó con su enigmática y atrayente presencia, así como con su maravilloso acento alemán. Qué porte el suyo, qué elegancia, qué maravilla su presencia en esa peli de machotes. Usted, un perfecto british gentleman, haciendo de alemán enfrentándose al guarreras de Bruce Willis. Debemos decirlo, señor Rickman, estábamos con usted. Nos habría encantado ver cómo le daba sopas con hondas al american cowboy mientras usted no se despeinaba ni se hacía una triste arruga en su perfecto traje.

No habrá malo con más estilo y clase que yo
Aunque también pongo cara de lelo como nadie

Usted bordaba ese papel, siendo un malo malísimo capaz de poner en la misma película cara de tolili, cara de motherfucker y cara de melofó al regalarnos esa media sonrisa junto con esa caída de ojos.

Me abrumáis, chatas

También llenó de gloria esa peli de chichinabo sobre Robin Hood que perpetró Kevin Costner. Él jamás fue rival para usted, que con ese histrionismo, ese recital de caras dignas de Tex Avery y esa voz, oh, esa voz, nos levantó las enaguas. 


Era usted el más versátil de todos, el más gracioso sin duda, capaz de ser Metatron, la Voz de Dios, en Dogma, perdiendo su boa sus genitales por el camino o de ser lo que sea que fuese en Héroes fuera de órbita, saliendo indemne de parecer un Teletubbie.


También cantó en Sweeney Todd, fue un excelente Rasputín y nos disgustó como pocos en Love actually pero si a estas haggards las enamoró definitivamente fue cuando decidió convertirse en el maduro Coronel Brandon de Sentido y sensibilidad, ese gallo con los espolones bien puestos al que ni el desamor era capaz de quitar la ternura de sus gestos ni la valentía.

¡Nuestro hombre ideal y, encima, enagüil! Ajahflkdjgsahfkjdgfjkshdfl

Nos queda su sonrisa,



nos queda su expresividad,



nos queda su profunda, magnífica y melodiosa voz.



Nos queda usted entero aunque nos haya abandonado. Seguiremos adorándole, señor Rickman. Porque no es amor un amor que siempre cambia por momentos, o a distanciarse en la distancia tiende. No, es un faro imperturbable que contempla las tempestades y nunca se estremece. Así es nuestro amor por usted, imperturbable, inamovible, la clase de amor que perdurará...


Justo como usted.

                                                                                                                             Suyas, 
Cassandra y Kimberly                    


DAME AMOR Y COMPÁRTEME, QUERIDA
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